Popularidad en Occidente de la serigrafía
Aunque la técnica de la serigrafía era conocida en Asia desde tiempos remotos, su llegada a Europa no se produjo hasta el siglo XVIII. Probablemente, fueron comerciantes y viajeros quienes la introdujeron, tras haber observado esta práctica en sus viajes por Oriente.
En sus inicios en Europa, la serigrafía se utilizó principalmente para la impresión de textiles y tapices, debido a su capacidad para reproducir patrones complejos con gran precisión. La técnica pronto se extendió a otras áreas, incluyendo la decoración de cerámica y la impresión de carteles. A medida que la serigrafía ganaba popularidad, comenzaron a surgir talleres especializados, que aprovechaban esta técnica para crear piezas únicas y de alta calidad.
Sin embargo, no fue hasta principios del siglo XX cuando la serigrafía alcanzó una mayor difusión en América. Este crecimiento se debió en gran medida a los avances tecnológicos que permitieron mejorar y agilizar el proceso de impresión. La industrialización y el surgimiento de nuevas máquinas optimizaron la técnica, haciéndola más accesible y económica para una variedad de aplicaciones, desde la publicidad hasta la producción artística.
Una de las razones clave para la adopción masiva de la serigrafía en América fue el aumento de la demanda de métodos de impresión eficientes y asequibles. Las empresas buscaban formas rápidas y económicas de producir materiales impresos en grandes cantidades, y la serigrafía se presentaba como la solución ideal. Su versatilidad permitió su uso en una amplia gama de materiales, desde papel y cartón hasta plásticos y metales.
Hoy en día, la serigrafía sigue siendo una técnica valiosa en muchos campos, combinando tradición y modernidad para ofrecer resultados de alta calidad y precisión.